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3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia

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3.1 Relaciones básicas

El plan general de gestión de recursos hídricos debe tener en cuenta la totalidad de los efectos ambientales que pueden surgir de dicha gestión. Debe incluir un análisis de la situación actual en el espacio de planificación, la cual puede variar mucho de un país a otro.

La gestión de recursos hídricos se ve influida por:

- precipitaciones anuales extremadamente abundantes o escasas, según la región;
- ausencia de precipitaciones durante varios años consecutivos;
- tasa de recarga muy baja de las aguas subterráneas;
- precipitaciones y ondas de crecida muy fuertes;
- niveles bajos de consumo y abastecimiento escaso de la población;
- escasa seguridad en el abastecimiento;
- gran participación de la irrigación agrícola en la demanda;
- alto grado de reutilización de aguas residuales y salinizadas; uso de sistemas de desalinización de aguas marinas.

Al analizar y evaluar los efectos ambientales de la gestión de los recursos hídricos debe tenerse en cuenta el ciclo hidrológico en su totalidad, desde el fenómeno primario de la precipitación hasta la eliminación de aguas residuales y residuos.

Como condición previa del analisis se requiere una base fiable de datos, en la que se describa la situación ambiental actual (carga existente) del espacio natural en cuestión. Estos datos permiten determinar el grado actual de explotación -incluidos los cambios producidos por actividades ya realizadas- y estimar los efectos de otras medidas planificadas.

Muchos países carecen de datos básicos de este tipo (p. ej., anuario hidrológico, catastro ambiental, información geocientífica), en cuyo caso se hace necesario recopilarlos o reemplazarlos por otros indicadores adecuados. Los lineamientos nacionales y los de las organizaciones internacionales son una valiosa fuente de referencia para ello. Sin embargo, por lo general no pueden aplicarse directamente, entre otras cosas porque las correspondientes disposiciones y normas forman parte de un sistema global que no está disponible en todos los países. Antes de definir valores límite para la descarga de sustancias contaminantes en aguas superficiales, por ejemplo, hay que examinar el uso y la capacidad de autodepuración de los cursos de agua existentes.

El plan general sienta las bases para la evaluación de las diversas posibilidades de desarrollo y ampliación, cuyo examen debe basarse siempre en un mismo conjunto de objetivos preestablecidos. Si, por el contrario, se intentara valorar las distintas alternativas a partir de un solo criterio (p. ej., índice de costos o 'índice de deterioro') se pasarían por alto muchos28) factores pertinentes.

28)Index of harm.

Un objetivo importante consiste en reducir a un conjunto manejable el inmenso número de criterios potencialmente aplicables, pudiéndose excluir, entre otros, aquellos proyectos o alternativas de desarrollo que no cumplan ciertos requisitos mínimos (p. ej., en zonas de inundación o de protección de aguas, quedará prohibido desde un principio el uso de las aguas subterráneas y el establecimiento de asentamientos o industrias).

Dependiendo de las reservas hídricas disponibles, se atribuirán distintos niveles de importancia a distintos efectos ambientales:

- En regiones con recursos de agua limitados, se dará prioridad al abastecimiento de cantidades adecuadas y al ahorro de agua.

- En regiones con reservas suficientes, se dará prioridad a las condiciones higiénicas y sanitarias y tratará de asegurar la calidad.

- En regiones con excedentes (temporales) de agua, se dará prioridad a las medidas de protección.

En términos globales, debería prestarse mayor atención a los problemas relacionados con el derroche de agua (p. ej., uso de aguas fósiles para el riego).

3.2 Impacto sobre el aprovechamiento y la calidad del agua como recurso natural

3.2.1 Inventario de los recursos hídricos disponibles

La disponibilidad de recursos hídricos naturales dependede los procesos que componen el ciclo hidrológico, especialmente de las precipitaciones y de la repartición de éstas entre los diversos componentes del régimen hidrológico (evapotranspiración, escorrentía superficial y subsuperficial, infiltración, recarga de aguas subterráneas, etc.). Los factores condicionantes incluyen el clima, la vegetación, la topografía, los suelos y las condiciones hidrogeológicas, junto con las actividades humanas, por ejemplo el uso del terreno (grandes superficies de riego, zonas urbanizadas con tasas de infiltración bajas y altos niveles de escorrentía).

El inventario de recursos se concentra especialmente en:

- aguas superficiales almacenadas en embalses;

- el caudal en los cauces de agua superficiales;

- los recursos subterráneos (incluidas aguas fósiles, las cuales sin embargo no deben considerarse como recursos utilizables por no ser renovables);

- la recarga de las aguas subterráneas (generalmente sólo una parte muy pequeña de las precipitaciones contribuye a regenerar las aguas subterráneas; la tasa de recarga depende primordialmente de la evaporación, así como de la escorrentía, la infiltración, el clima, la vegetación, el tipo de suelo, la topografía, la distancia entre la superficie del terreno y la capa freática, las condiciones hidrogeológicas, etc.).

La escorrentía, la recarga de aguas subterráneas y otros parámetros del ciclo hidrológico se calculan generalmente en forma de promedios plurianuales, incluidos valores extremos (años húmedos, años de sequía). Estos cálculos proveen valores orientativos indispensables para la gestión de los recursos hídricos. Sin embargo, dadas las grandes variaciones estacionales y regionales, se requiere un desglose adicional de la distribución temporal y geográfica. Si, por ejemplo, el año hidrológico abarca temporadas claramente definidas de sequía y lluvias y si, además, se registran variaciones considerables en el volumen anual de precipitaciones, será insuficiente, desde el punto de vista de la planificación de proyectos, emplear los promedios plurianuales de escorrentía y de recursos subterráneos.

Muchos países no disponen de una base de datos adecuada. Esto se debe en parte a la densidad insuficiente de las redes hidrométricas. El plan general de gestión de recursos hídricos ayuda a determinar en qué zonas conviene aumentar el número de estaciones de medición. Los datos necesarios (p. ej., niveles de agua, caudales, carga de fondo y sedimentos en suspensión en aguas superficiales, nivel de las aguas subterráneas, datos químicos y biológicos de la calidad del agua, datos hidrometeorológicos e hidrogeológicos) deben estudiarse y analizarse según lo dispuesto en las normas internacionales (p. ej., las de la OMM, la FAO, y la OMS).29) La publicación regular de estos datos en anuarios hidrológicos es un requisito indispensable para una planificación fundamentada. Si no hay datos disponibles, puede ser necesario realizar costosas campañas de medición, que en muchos casos no producen resultados satisfactorios debido a su corta duración.

29)Organización Meteorológica Mundial (OMM), Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Organización Mundial de la Salud (OMS).

3.2.2 Inventario de los recursos hídricos aprovechables

Las reservas de agua aprovechables se definen como la parte de los recursos hídricos naturales susceptible de ser explotada. La aptitud de explotación se define según los siguientes criterios:

· Posibilidades técnicas de captación: Tipo y ubicación del cauce o acuífero; aptitud geológica y geomorfológica del terreno para la construcción de pozos, divisiones y embalses; tecnología disponible
· Posibilidades técnicas de distribución: Modificación de las condiciones de distribución naturales, temporales y cuantitativas (almacenamiento); distribución física (conductos)
· Criterios económicos: Costos de captación, transporte, tratamiento, distribución y depuración de aguas residuales
· Criterios químicos, higiénicos y toxicológicos: Calidad del agua, riesgos de contaminación; tecnologías de tratamiento, medidas de protección contra la contaminación, reutilización
· Consideraciones ecológicas, de protección de recursos naturales y de aprovechamiento: Destrucción de valiosas poblaciones vegetales que dependen de aguas subterráneas, secado de bebederos y cursos de agua, carstificación del suelo, erosión, secado de franjas húmedas y de montes de vega
· Otras consideraciones relacionadas con la gestión de recursos hídricos: P. ej., navegación, aprovechamiento de energía hidráulica, usos prioritarios fuera de la zona de planificación

En este contexto deben tenerse en cuenta los parámetros mínimos (volumen, superficie, etc.) requeridos para garantizar las funciones ecológicas.

3.2.3 Determinación de la demanda de agua

Los componentes esenciales de la demanda global de agua son:

- demanda de agua potable para el consumo humano y de animales, para industrias y -al menos en las aglomeraciones urbanas- para apagar incendios;

- demanda de agua para la industria y para fines diversos;

- demanda de agua para riego;

- demanda para mantener caudales mínimos aceptables en los cursos de agua y para la navegación fluvial;

- demanda de agua para aplicaciones hidráulicas;

- demanda de agua para la operación de instalaciones técnicas (p. ej., agua de enfriamiento para centrales eléctricas).

Debe hacerse un pronóstico de la demanda futura basado en el análisis de la demanda actual y de su desarrollo en años pasados, en la comparación con períodos de desarrollo similares en otras regiones, así como en el desarrollo de la población, el consumo por persona 30)y, finalmente, el desarrollo comercial e industrial.

30) Ésta depende en gran medida de los equipos disponibles en los hogares y de la amplitud de los servicios de abastecimiento; p. ej., pozo, pila de agua central, conexión domiciliaria

En muchos países, la demanda de agua corresponde en su mayor parte al riego, mientras que el consumo industrial es todavía bastante reducido. Sin embargo, en vista de la industrialización progresiva, habrá que contar con un aumento de la demanda industrial.

En el caso del agua potable, el consumo básico que se considera como suficiente y apropiado depende de los hábitos de la población, así como de las condiciones climáticas y culturales. Algunos autores opinan que 20 - 40 litros de agua por persona y día (l/c× d)31) constituyen un suministro básico adecuado.32) Estos valores aumentan a la par con el nivel de servicio ofrecido. El cálculo del consumo normal para los distintos sistemas de abastecimiento suele hacerse con los siguientes valores orientativos:

31)Abreviatura inglesa de uso internacional = liters per capita per day

32)Véase Buchwald y Engelhardt, 1980.

hasta 40 l/c× d para pilas públicas;
hasta 60 l/c× d para tomas de agua en patios;
hasta 120 l/c× d para conexiones domiciliarias.

Las pérdidas en muchas redes de distribución oscilan entre el 50% y el 100% del consumo efectivo y deben tenerse en cuenta en el cálculo de la demanda.

La demanda futura de agua estará determinada por los siguientes factores:

- crecimiento demográfico;
- concentración de la población en aglomeraciones urbanas;
- expansión del abastecimiento de alimentos y, con ello, de la agricultura de riego;
- desarrollo comercial e industrial;
- aumento del consumo por persona;
- aumento de la demanda de energía hidráulica.

Los pronósticos del desarrollo futuro de la demanda de agua pueden llevar a conclusiones equivocadas, especialmente si se producen cambios imprevistos en los ámbitos demográfico, socioeconómico o técnico. Por lo tanto, el plan general de gestión de recursos hídricos debe concebirse de forma flexible y debe replantearse y actualizarse periódicamente, a fin de permitir una evaluación concreta de las distintas tendencias y escenarios de desarrollo y de su impacto sobre los ecosistemas y recursos naturales, así como sobre el uso de los recursos.

Todo análisis de la demanda debe estudiar las posibilidades de gestionar el consumo e influir en su desarrollo futuro (prioridades, cuotas, tarifas, aseguramiento del suministro). La introducción de tarifas que cubran plenamente los costos, además de ser una medida fundamental para lograr el uso racional del agua, pone en práctica el principio de 'quien contamina paga'. En algunos casos, la explotación de nuevas reservas de agua deberá postergarse hasta haber agotado las posibilidades de ahorro en el consumo y saneamiento de aguas contaminadas.

3.2.4 Balance hídrico y plan general de gestión de aguas

Habiendo comparado la demanda con los recursos utilizables del balance hídrico, y teniendo en cuenta las necesidades de protección ambiental y de conservación de los recursos naturales, podrán planificarse distintas medidas encaminadas a lograr los siguientes objetivos:

· Aprovechamiento en mayor escala de los recursos naturales:

- construcción de embalses;
- captación de aguas subterráneas;
- aumento del volumen de extracción de agua;
- ampliación del sistema de distribución;
- posiblemente, desalinización de agua marina.

· Mejoramiento de la calidad del agua tratada:

- mejoramiento de la tecnología de tratamiento;
- dilución con aguas menos contaminadas procedentes de otras zonas.

· Protección de los recursos hídricos (volumen y calidad):

- control de la erosión, reforestación;
- creación de zonas de protección de aguas, restricción del uso de pesticidas y fertilizantes;
- realización de actividades de promoción sanitaria y de educación en materia de higiene;
- construcción de plantas de depuración;
- restricción del vertido de contaminantes en aguas superficiales;
- recuperación de aguas y cuencas;
- conservación del poder de autodepuración de las aguas mediante abstención de obras de canalización o mediante obras ajustadas a las condiciones naturales;
- 'uso combinado' de aguas superficiales y subterráneas.

· Reducción del consumo y uso racional de las reservas de agua:

- cambio generalizado de comportamiento basado en medidas de concientización;
- ahorro de agua (eliminación de fugas en las tuberías, control del consumo mediante medidores, aplicación de tarifas que cubran los costos de abastecimiento y de eliminación de aguas residuales);
- recarga artificial de acuíferos;
- aprovechamiento de aguas lluvia;
- separación del suministro de agua potable y de agua para otros fines;
- reutilización del agua en hogares, industrias, talleres, comercios, etc.
- utilización de técnicas de riego ahorrativas (aplicación de tarifas que permitan cubrir los costos).

· Protección de suelos y de la vegetación:

- reempantanamiento de terrenos drenados y recarga artificial de acuíferos;
- reducción del nivel de las aguas subterráneas para proteger los suelos contra la salinización.

La estructuración activa del marco económico es un factor muy importante en todos los ámbitos mencionados. Una política activa de subvenciones (p. ej., financiación de medidas iniciales) puede combinarse con una política impositiva acertada (gravámenes superiores para las variantes indeseables) y con la fijación y el cobro de tarifas (política de precios), a fin de instituir cambios de comportamiento y encauzar el desarrollo. No obstante, hay que examinar muy cuidadosamente la viabilidad de las medidas previstas y la capacidad de pago de la población afectada. Finalmente, será necesario crear conciencia del valor del recurso entre la población y corregir la opinión aún muy difundida de que el agua es un 'bien libre'.

3.3 Evaluación de impacto ambiental: identificación de efectos sobre los recursos naturales y su aprovechamiento

Los proyectos de gestión de recursos hídricos tienen un impacto considerable sobre el ecosistema y los recursos naturales. Tal impacto puede ser directo, o producirse indirectamente a través de reacciones en cadena.

Impacto directo (causas y efectos):

- Extracción de agua:
Descenso del nivel de las aguas superficiales o subterráneas, reducción de caudal, destrucción de hábitats (flora y fauna)

- Almacenamiento de agua:
Subida del nivel del agua y sumersión de terrenos

- Contaminación:
Vertido de materias peligrosas y/o de sustancias que consumen oxígeno; coloración, olor

- Retención de aguas:
Perjuicios para zonas de inundaciones periódicas (bosques de vega, humedales, etc.).

Además, deben mencionarse los efectos secundarios y terciarios que pueden producirse a través de complejas reacciones en cadena, por ejemplo a través de efectos socioeconómicos o socioculturales, y que en algunos casos sólo se registran a largo plazo. A continuación presentaremos dos casos, a título ilustrativo:

- Para evaluar el impacto (en ocasiones extenso) que puede tener un embalse sobre el medio ambiente, no basta hacer un estudio de factibilidad basado en el examen de la mecánica de suelos y los aspectos hidráulicos y técnicos. También se requieren datos que permitan estimar de forma realista la demanda de agua, los recursos hídricos disponibles, el transporte y la deposición de sedimentos en la zona de embalse, los cambios en el régimen de caudales aguas abajo, así como la existencia de conflictos entre los distintos usos en la cuenca del río y en la zona destinataria y entre los usuarios que se encuentran aguas abajo.

- La construcción de pozos profundos dotados de motobombas en las estepas de gramíneas del Sahel del Norte motivó a los pastores trashumantes a adoptar una forma de vida semisedentaria y a aumentar el tamaño de sus rebaños. A causa de ello se producen condiciones de sobrepastoreo y desertificación progresiva, especialmente en los alrededores de pozos que siguen funcionando cuando otros dejan de producir. La situación ecológica y socioeconómica empezó a deteriorarse rápidamente cuando el nivel de vida dejó de depender de los acuíferos más cercanos a la superficie.

Otra consecuencia de la mayor oferta de agua puede ser la salinización del terreno en caso de usar técnicas de irrigación inapropiadas en zonas áridas y semiáridas.

3.4 Evaluación de efectos higiénico-sanitarios

Al determinar el potencial de los recursos hídricos disponibles en el espacio de planificación lo que se intenta es encontrar agua en buenas condiciones higiénicas y toxicológicas. Por lo tanto, hay que tener en cuenta tanto la cantidad como la calidad del agua disponible. Los parámetros empleados en el análisis de la calidad varían considerablemente, dependiendo del uso al que se destine el agua (p. ej., agua potable, agua de riego o agua para la generación de energía).

Pueden obtenerse efectos positivos sobre la calidad del agua mediante la formulación de objetivos de calidad y protección del agua basados en el plan general de gestión y mediante su aplicación en forma de medidas de depuración de aguas residuales, la prohibición de usar ciertas aguas para determinados fines, la creación de zonas de protección de aguas y las campañas de educación higiénica realizadas en el marco de los proyectos de abastecimiento de agua.

Al estimar el desarrollo futuro del consumo de agua muchas veces se olvida que un aumento del consumo conlleva un mayor volumen de aguas servidas, las cuales en muchos casos son conducidas a cauces receptores a través de canales abiertos o se dejan infiltrar en las inmediaciones del lugar donde se producen. Estas prácticas contaminan las aguas superficiales y representan un inmenso peligro para las aguas subterráneas. El riego de huertas con aguas servidas, por su parte, puede tener graves consecuencias sanitarias.

Por lo tanto, antes de llevar a cabo cualquier proyecto de abastecimiento de agua -ya sea de agua potable o de agua de riego- será indispensable preparar medidas de evacuación y saneamiento apropiadas para reducir la contaminación.

Los esfuerzos complementarios destinados a promover la autoayuda organizada (campañas de divulgación y de educación en materia de higiene) ayudan a evitar la sobreexplotación y los peligros sanitarios ocasionados por la contaminación del agua. En muchos casos, las mujeres desempeñan un papel central en la planificación y ejecución de este tipo de medidas.

El desarrollo acelerado de la producción agrícola en muchos países, además de producir un aumento continuo de la demanda de agua para la irrigación, supone un mayor consumo de fertilizantes químicos y de pesticidas. La aplicación generalmente incontrolada de estos productos es una fuente potencial de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas. El uso de agua de drenaje para la irrigación -y la costumbre difundida de usar varias veces la misma agua- puede aumentar de forma importante la concentración de sal en el agua, con los correspondientes problemas de salinización que ello implica para los usuarios aguas abajo.

Al construir un embalse, las partículas sólidas aportadas por las aguas se depositan en el tramo estancado. Esto, a su vez, conduce a la sedimentación y -debido al mayor aporte de nutrientes- a la eutrofización. Las aguas estancadas y someras ricas en nutrientes son un medio favorable para la diseminación de los vectores de enfermedades hídricas, tales como la malaria, la esquistosomiasis y la filariasis.

3.5 Evaluación de efectos socioeconómicos y socioculturales

El balance hídrico elaborado en el marco del plan general de gestión de aguas es un factor importante para lograr un desarrollo regional acertado, y constituye la base para cambios socioeconómicos y socioculturales decisivos de gran alcance.

La explotación de nuevos recursos hídricos puede causar la migración masiva e incontrolada de grupos provenientes de zonas con escasez de agua. Además del riesgo de sobreexplotación de los recursos naturales que ello implica, es posible que se reúnan grupos de población de distintas características. Esto, a su vez, puede desestabilizar los sistemas sociales que anteriormente ofrecían una estrategia viable de supervivencia.

Los embalses construidos para proteger a la población contra las crecidas y para asegurar el suministro de agua pueden alterar los recursos pesqueros y, de esta manera, modificar las bases de subsistencia de los pescadores. A ello se suma la pérdida de terrenos agrícolas y de huertas en la zona de embalse, los cuales, por motivos topográficos o pedológicos, generalmente no pueden substituirse. Todos estos factores pueden tener graves consecuencias socioeconómicas para la población de la zona afectada. Además, puede descender el nivel aguas abajo de la presa, lo cual, a su vez, puede causar un descenso del nivel de las aguas freáticas. Finalmente, puede verse afectada la calidad del suelo en los campos de cultivo ubicados aguas abajo, debido a la falta de inundaciones periódicas con aguas ricas en nutrientes. Todo lo anterior implica un deterioro de la base económica de la población.

En lo que concierne a la agricultura y la horticultura, al mejorar las posibilidades de irrigación pueden cambiar los métodos de cultivo (aplicación de fertilizantes químicos, monocultivos). Durante un corto período aumenta en el rendimiento, pero luego se registra una pérdida progresiva de fertilidad que obliga a los agricultores a aplicar más fertilizantes. Por otra parte, puede producirse una salinización del suelo, acompañada de una carga considerable de sustancias contaminantes en las aguas superficiales y subterráneas.

En el marco del análisis socioeconómico debe examinarse la situación de cada sexo y de los distintos grupos sociales, a fin de determinar hasta qué punto las medidas de gestión de recursos hídricos benefician o perjudican a las mujeres y a los distintos sectores de la sociedad.

Los esquemas de uso de la tierra tradicionales y regionales (derechos -a veces implícitos- de uso del agua y del suelo, derechos de pastoreo, estructuras étnicas, derechos específicos de la población que vive en la parte alta de los ríos) son un factor importante que debe tenerse en cuenta en el plan general de gestión de recursos hídricos y que en algunos casos puede plantear obstáculos para las medidas de gestión.

3.6 Marco político y administrativo

El plan general de gestión de recursos hídricos requiere siempre una base administrativa y legal (ley de aguas). La administración y las entidades competentes deben estar en condiciones de asegurar la aplicación de los reglamentos y el cumplimiento de los objetivos políticos (prioridad de ciertos usos, prohibición de usos múltiples, atención a las formas de uso tradicionales, reglamentos internacionales y transfronterizos, etc.).

Por el mismo motivo, se requieren actividades destinadas a estructurar y a fortalecer las autoridades u organismos responsables de la gestión de los recursos hídricos. Es indispensable definir los procesos de toma de decisión y establecer gremios responsables, eliminar la fragmentación de competencias, asegurar una base financiera adecuada y obtener personal calificado y motivado. Además, debe alcanzarse un nivel adecuado de participación de las mujeres y de otros grupos interesados en los órganos y procesos de decisión.

4. Relación con otros ámbitos de actividad

El plan general de gestión de recursos hídricos no sólo provee el marco esencial para la reglamentación de todos los problemas relacionados con la gestión de recursos hídricos, sino que incide en el desarrollo general de la infraestructura en el espacio de planificación y ayuda a sentar las bases para otros planes en los sectores más diversos. Por tanto, debe considerarse como un instrumento de planificación de alcance suprasectorial, especialmente en los siguientes sectores:

- Ordenación del espacio y planificación regional;
- Planificación de emplazamientos industriales;
- Planificación energética;
- Abastecimiento de agua en zonas urbanas;
- Abastecimiento de agua en zonas rurales;
- Disposición de aguas residuales;
- Disposición de residuos sólidos;
- Puertos interiores;
- Navegación fluvial;
- Puertos marítimos - Construcción y explotación portuaria;
- Navegación marítima;
- Construcción de canales y vías fluviales;
- Control técnico de la erosión;
- Construcciones hidráulicas agropecuarias;
- Grandes construcciones hidráulicas;
- Construcción de embalses, presas y centrales hidroeléctricas;
- Minería subterránea y a cielo abierto;
- Centrales térmicas.

5. Relación sinóptica de la relevancia ambiental

El plan general de gestión de recursos hídricos es un instrumento de planificación que, al ser aplicado oportunamente, contribuye de forma esencial a conservar los recursos hídricos. Sus pautas ayudan a evitar la degradación del medio ambiente. Con él, el manejo de los recursos hídricos naturales puede diseñarse de forma que contribuya a conservar y a asegurar el uso sostenible de los recursos naturales.

Al elaborar las pautas generales en base al plan general de gestión de recursos hídricos no se aplican únicamente criterios técnicos y económicos, sino que se lleva un registro descriptivo de los numerosos factores interdependientes que intervienen en el balance hídrico. Asimismo, se tienen en cuenta las condiciones ecológicas, socioeconómicas y socioculturales. El plan general describe las posibilidades de un desarrollo futuro de las condiciones de vida y de la situación económica, en la medida en que éstas dependen del factor agua. Por otra parte, establece las bases necesarias para comparar y evaluar los usos potenciales del agua disponible, logrando así que los proyectos hídricos sean planificados y ejecutados según criterios de protección ambiental.

El plan general de gestión de recursos hídricos debe identificar los posibles efectos secundarios y derivados de las distintas medidas, a fin de elaborar propuestas en materia de prevención, control de indicadores ambientales importantes y, en caso dado, medidas de compensación. Es indispensable que los grupos destinatarios participen desde el principio en la elaboración de la concepción del proyecto.


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