Indice
- Precedente - Siguiente
20. Problemas socio-emocionales frecuentes
Dr. Gabriel Barrera Moncada
Conceptos previos
Dentro de la medicina del adolescente los problemas socioemocionales más frecuente, casi siempre se refieren a la exageración de los cambios típicos de conducta propios de esta etapa de gran conmoción orgánico-psicológica, y los cuales, variarán en intensidad y formas de presentación de acuerdo al componente constitucional y ambiental o a la forma como se hayan resuelto las áreas socioemocionales durante las etapas precedentes (preescolar y escolar).
Tales exageraciones en el comportamiento pueden provocar mayores tensiones en el propio adolescente, y preocupaciones desconcertantes en los adultos del ambiente (padres, educadores, etc.), quienes recurren al profesional en busca de orientación y consejos, o también, quienes pueden sumergirse en la creencia de que tales problemas pueden ser psico-patológicos severos.
Estas expresiones emocionales exageradas corresponden a lo que se ha llamado "reacciones de ajuste", "alteraciones reacciónales transitorias" o "problemas psicológicos menores" del adolescente, los cuales constituyen la gran mayoría de motivos de consulta de enfoque psicológico, ya que los problemas psiquiátricos verdaderos (depresión intensa, esquizofrenia, drogadicción, tendencias suicidas, alteraciones de la personalidad, etc), de acuerdo a autores de gran experiencia como Gallagher, sólo se presentan en un 10% aproximadamente, del total de consultantes del área psíquica.
Recordatorio de interés
Para una mejor comprensión respecto a la forma de prestar ayuda en casos de problemas socioemocionales, es bueno recordar, aunque sea en forma esquemática, los cambios psico-sociales característicos del adolescente de la manera siguiente:
1. Búsqueda de la identidad del "yo": lo cual contempla los aspectos siguientes:
a. Afán introspectivo con sus expresiones típicas como: ensimismamiento o auto-reflexión (actitud pensativa, taciturna, poco comunicativa, tendencia a aislamiento dentro de la familia), esfuerzo por apariencia extravagante o por acciones resultantes (uso de adornos, de modas exageradas, peinados "raros", anhelo de locomoción, de "estar en marcha" ya en desfiles o en desórdenes callejeros), empleo de vehículos ruidosos y veloces, rechazo firme a identificaciones propias de la niñez (no quieren que sean tratados como niños), omnipotencia, alterando con inseguridad y miedo (temor a enfermarse, a morir, o bien actitudes de fuerza, de vigor, atracción por competencias, etc.), tendencia a rompimiento de comunicación con la familia y uso de "diarios" confidentes de su vida.
b. Asimilación de conceptos propios: con manifestaciones agrias e inconformistas centras todas las cuestiones establecidas por los adultos, contra los patrones familiares y espíritu de contradicción constante.
c. Necesidad de nuevas identificaciones: lo cual se manifiesta por afanosa búsqueda de alguna persona (generalmente extrafamiliar) o de grupo o "movimientos" a los cuales quieren ser fieles, adoptándo a veces, actitudes desconcertantes.
d. Necesidad de independencia o deseo fu me de actuar fuera del ambiente familiar, por el cual suelen sentir una especie de rechazo o repugnancia.
2. Cambios intelectuales: éstos, al comienzo de la adolescencia, se expresan por actitudes de alelamiento, de distracción constante, más ostensible durante las actividades escolares ("vive como en la luna", suelen decir sus profesores); pero después de iniciada la adolescencia, se presenta una fase de expansión intelectual caracterizada por una gran fuerza en el juicio critico, de obsesión por la explicación realista de los hechos, por la discusión agria y en rebeldía sistemática a lo establecido.
3. Modificaciones emocionales: caracterizadas, en general, por hipermotividad o reacciones exageradas a los estímulos, con expresiones preocupantes para los adultos (padres, maestros, etc.), tales como: crisis de risa espasmódica, suspiros detonantes, inestabilidad del humor (llanto o risa fácil), abatimiento a la menor contrariedad, timidez exagerada, ruborización por las cuestiones del sexo, paso brusco de actitudes de ternura melosa a las de "odio" exagerado.
4. Incremento de la sexualidad: con la aparición de expresiones relativas al afán de experimentación sexual ya consigo mismo o con personas de otro sexo. (La orientación relativa a los problemas de la sexualidad son tratados en otra sección de este libro).
Tipos de consulta
En la práctica se pueden considerar dos clases de consulta habituales:
Unos, provenientes de los padres muchas veces acompañados de gran angustia; y los que surgen del propio adolescente, ya expresados durante la entrevista de rutina o ya que el mismo joven manifieste su deseo de recurrir al profesional en busca de ayuda.
Los siguientes ejemplos, extraídos de historias clínicas, pueden ilustrar los motivos de consulta de los padres:
- "Hasta hace poco tiempo mi hijo era muy simpático, pero ha cambiado notablemente; ahora vive en un hostigamiento permanente y constante rebeldía; me ignora y hace lo que quiere, se niega y todo le produce rabia".
- "Siempre se encuentra como alelado, como en otro mundo; ha bajado su rendimiendo escolar, los profesores dicen que vive constantemente distraído".
- "Sin ningún motivo tira puertas, zapatea, refunfuña; trato de ayudarlo pero se enfurece y me grita que ya no es un bebé; trata de aparecer omnipotente pero es un gran tímido, se aisla de las reuniones".
- "Mi hija (dice una madre) tiene un pudor excesivo, además, parece como si me rechazara, no quiere hablarme; en cambio, me preocupa que ha tomado gran intimidad con una profesora a quien quiere imitar en todo; no quiere ni acercarse a mi".
- "Tiene reacciones violentas cada rato, no le provoca hacer nada; está todo el día con el radio a cuestas; quería una moto y desde los primeros días que la tuvo, la abandonó; no se baña, no se cambia de ropa, duerme mal, nada le gusta; un día llega contento y otro día dice que odia a todo el mundo".
- "Mi hija se asusta de todo, tiene excesivo miedo a enfermarse, vive cansada, amanece diciendo que está cansada, tiene dolores en todas partes, todo le fastidia, no se anima para nada; del colegio viene contenta, pero cuando llega a la casa se pone furiosa y pelea con todos; si le decimos que se tranquilice, contesta exitada: "me van a volver loca", después se acuesta, chupa dedo y llora".
- "Todo le contraria, a veces afirma una cosa y luego opina lo contrario; dice desesperada que no le dejan tener amigos y vive todo el día hablando por teléfono con amigos".
- "Estoy desesperada (dice una madre) porque le he encontrado sorpresivamente un diario a mi hija en donde afirma varias veces que odia a sus padres, que no quiere nada con la familia, con su casa, que se va a matar".
- "Está sumamente intranquilo, se va a la puerta, se dirija a la esquina, regresa, toma agua o come algo muchas veces al día, después vuelve a salir y así lo hace todos los días ha tenido fugas de la casa o del colegio, también a realizado en varias ocasiones hurtos en dinero o en objetos".
Por parte de los adolescentes, sus quejas son más o menos parecidas, del tipo semejante a los siguientes ejemplos:
- "Mi casa es como una carcel, no me dejan "salir" con amigos o amigas, mis padres, especialmente mi mamá, me regaña todo el día; me registra todo, cuando vienen mis amigos trata de dominarse delante de ellos, me tratan como a una niñita; quiero más libertad".
- "Mis padres viven detrás de mi, me llevan, me traen, no quieren que me reuna con mis amigos; los amigos del colegio se burlan, dicen que todavía vivo pegado a las faldas de mi mamá; me rechazan mis amigos".
- "En mi casa no provoca hablar con nadie, todo el mundo es fastidioso, no hay libertad; además, para qué? si los adultos siempre tienen la razón?.
Evaluación práctica
Cualquier médico interesado, a pesar de no ser especializada, puede de manera muy aproximada, valorar y resolver las consultas sobre problemas socioemocionales juveniles, usando un procedimiento clínico con una metódia que obedezca a los siguientes pasos:
1. Entrevista con los padres
A. Los padres son personas: necesitan ser oídos con respecto, en relación a sus quejas; observar su tono emocional, sus expresiones referentes al "problema" (motivo de consulta) y las actitudes que se esten adoptando frente al joven: ya de posesión, de represión, de sobreprotección exagerada, de incomprensión en relación a la crisis de la adolescencia, de rechazo frente a la "nueva manera de ser" del niño o niña, de aislamiento o de incomunicación, etc.
B. Hacer preguntas en relación con "el problema" consultado: momento de aparición (si coincide con el comienzo de la adolescencia, forma, hechos resultantes, juicios en relación con los probables motivos, evolución de los modos de conducta (menos o cada vez más intensos), criterio que tengan respecto a las condiciones intelectuales o emocionales del joven, etc.
2. Entrevista con el adolescente
(Para este tipo de consultas, los padres no deben estar presentes).
A. Recordar que el adolescente es una persona diferente, ni es niño, ni adulto, que debe ser oído con interés y con actitud tranquila, amigable y confidente; evitar regaños y consejos.
B. Explicación honesta respecto a los motivos de la consulta.
C. Apreciar el grado de independencia por medio de preguntas tales como: "¿Se te obliga mucho a obedecer?", "¿Te dejan libertad para tus diferentes actividades?", "¿Piensas que eres una decepción para tus padres?", "¿Te sientes satisfecho con el rendimiento en tu colegio en tus deportes?", "¿Crees que tienes aptitud para algo".
D. Valorar ajuste emocional, grado de sensibilidad con preguntas como las siguientes: "¿Eres tímido o quisieras no serlo?", "¿Haces amigos con facilidad?", "¿Te peleas con facilidad?", "¿Lloras por motivos insignificantes?", "¿Sientes como una especia de miedo sin causa aparente?", "¿Te parece que en tu casa debe haber una mayor comprensión hacia tí?", "¿En que sentido?".
E. Interrogar en tono serio, tranquilo, sobre experiencias sexuales.
F. Observar sus actitudes para obtener una impresión de sus rasgos personales, como: si es reservado, expansivo, angustiado, tranquilo, irresponsable, consciente, defensivo, espontáneo, inseguro, resentido, hostil, cordial, alegre, irritable, inteligente, torpe, etc.
3. Historia clínica
Esta es igual a la forma conocida (antecedentes familiares, personales, etc.), pero en estos casos se debe insistir en la entrevista con los padres sobre las siguientes cuestiones:
A. Si en las etapas precedentes ha adquirido (el joven) los logros psicoevolutivos específicos; por ejemplo: sentido de independencia y de confianza y de cierta disciplina en la etapa preescolar, sentido de responsabilidad y de convivencia durante el periodo escolar.
B. Actitudes fuera del hogar o bien en éste o con compañeros o grupos.
C. Interés y aprovechamiento del tiempo libre (deportes, aficiones, inquietudes artísticas, habilidades manuales, etc).
4. Examen físico
Este es igual al que se practica a todo adolescente y sobre cuyas características ya han sido contempladas en otro capitulo de este libro.
5. Valoración psicológica breve
Con los datos de comportamiento suministrados por los padres y con las observaciones acumuladas respecto al joven, se podrá valorizar aproximada y prácticamente la intensidad y las características de las alteraciones emocionales por las que el joven está pasando. Pero lo más importante es apreciar si hay buenas expresiones conscientes, si hay signos de buena exteriorización del problema, junto con manifestaciones de acertada o aproximada racionalización de los probables factores determinantes.
6. Exámenes complementarios
Estos dependen de los hallazgos en el examen físico.
Diagnóstico positivo
Para el diagnóstico positivo de un problema psicológico "menor" socioemocional o de "reacción de ajuste", se podrían esquematizar las siguientes características:
1. Historia de "conducta normativa" durante las etapas precedentes (preescolar y escolar).
2. "Problemas" que han aparecido simultáneamente con los cambios morfológicos ("estirón" del crecimiento, aparición de caracteres sexuales secundarios, cambios faciales, etc.).
3. Síntomas o motivo de consulta que corresponden a las exageraciones del comportamiento propias de la adolescencia ya especificadas anteriormente.
4. Exteriorización verbal del problema por el propio joven y ausencia de signos de represión de sentimientos.
5. Inadecuadas actitudes de los padres u otros adultos frente a los cambios biopsíquicos del adolescente.
6. Ausencia de signos psicopatológicos intensos, como: falseamiento de la realidad, agresividad manifiesta y perseverante, manías a repetición, estados confusos, tristeza o llanto habitualmente diario, estados netamente confusos, agitación, erratismo (cambios constantes de un sitio a otro), sospecha de drogadicción, delirio, tendencia suicida o a la autoagresión.
La labor del médico. Tratamiento individual y orientación de adultos
El médico o cualquier otro profesional cercano (psicólogo, educador, etc.) con un buen conocimiento de la adolescencia, con una buena y sincera disposición de ayudar al joven a que encuentre, si es posible, por su propio empeño, el camino de la reestructuración y ajuste emocional, podrá lograr éxito en el tratamiento de los desórdenes emocionales menores.
Tratamiento individual
A través de la entrevista o entrevistas sucesivas con el joven, las formas de ayuda psicológica para el tratamiento se pueden resumir así:
1. Tratar que desde el primer momento se establezca una relación cálida y amistosa con el entrevistador, sobre todo, que el joven lo acepte y lo apruebe francamente. Para lograr esto, hay que ofrecer confianza, simpatía, paciencia y facilidad para que el adolescente de rienda suelta por medio de sus propias palabras a sus sentimientos, "quejas", deseos, angustias, interrogantes, preocupaciones; y sobre todo, tratar de que el entrevistador abandone momentáneamente su identificación con la generación adulta e intente ver el problema a través de los ojos del adolescente. Eliminar rotundamente los reproches, "regaños" o consejos; éstos sólo se dan cuando sean solicitados por el joven.
2. Saber escuchar; esto es un verdadero arte, pero significa ser silencioso, tolerante y evitar todo comentario; a veces, es conveniente intercalar un gesto de comprensión o aprobación.
3. No solo escuchar de manera pasiva, sino dar aliento cuando surja un silencio, ofreciendo alguna palabra que facilite al sujeto expresar sus inquietudes emocionales y sentimientos.
4. Tomar en cuenta los elementos no verbales de la conversación, tales como gesticulación, expresión de los ojos, tono de voz, tensión corporal, movimientos de cabeza, de miembros, etc.
5. A veces es útil estimular al joven para que diga y opine sobre el significado real de su conducta y para que exprese sus propias ideas respecto a un posible cambio de conducta que surja del propio joven; esto puede ser determinante en el éxito del tratamiento.
6. En el momento oportuno, son útiles las expresiones de apoyo, de reafirmación de confianza en las cualidades del joven, de que le demostremos que nos aliamos con él, de que le defendemos su independencia y los medios de afirmar su personalidad. Recordar que los jóvenes siempre les agrada que los adultos los reconozcan y los apoyen, pero de una manera distinta a como lo han hecho sus padres.
7. Conversar en tono reposado sobre las formas de la actividad diaria (estudios, deportes, aficiones, reunión de grupos, actividades sociales, recreacionales, etc.); este es otro recurso para distraer positivamente la conducta del adolescente que tratamos.
Recordar siempre que cada adolescente es una personalidad distinta que reacciona de diversa manera frente a los fenómenos de la adolescencia, y por tanto, las reglas apenas sirven de orientación y que lo que puede ser beneficioso para un joven, deja de ser adecuado para otro.
A veces los cambios de ambiente provocan mejorías notables; por ejemplo: para un adolescente muy "vigilado» por sus padres será muy conveniente que pase una temporada en otra casa o habitación extrafamiliar; o también, un tío o un abuelo u otro adulto que habite en la misma casa y que presente el defecto de martillar constantemente sobre el "problema" del muchacho, es conveniente que se retire del ambiente familiar.
El tratamiento o la conducta a seguir con respecto a algún problema orgánico (del crecimiento, defecto, enfermedad crónica, etc.) variará en cada caso, pero debe ser tomado en cuenta y debe formar parte de los temas hablados durante la entrevista.
Debido a la gran capacidad de cambio del adolescente, muchas voces el éxito terapéutico es sorprendente, sobre todo, si también cambian favorablemente las actitudes del ambiente (padres o educadores); por esto tenemos la experiencia que si después de dos o tres entrevistas no se observa mejoría o cambio favorable de conducta, debe entonces considerarse el caso como para ser manejado por el psiquiatra especializado en adolescentes.
Orientación de adultos
Repetimos, porque tenemos una larga experiencia, que en la mayoría de los casos, los problemas socioemocionales de los adolescentes son en realidad problemas estructurados, conciente o inconcientemente, por los padres o por los adultos cercanos pues muchos de dichos problemas tienen raíces en las primeras etapas socioafectivas (preescolar y escolar) debido a una inadecuada conducción y sobre todo, a una falta de comunicación o de inter-relación en los años previos a la adolescencia
Por tanto, quizás la segunda parte del tratamiento es la más importante pues es la referente a la orientación adecuada de los padres o de aquellos adultos (otros familiares, educadores, etc.) que estén involucrados en el problema.
Entrevista con los padres y otros adultos. Aspectos preventivos y educativos
No hay una regla fija para esta entrevista, puesto que variará en temas, en amplitud y en actitudes de acuerdo con los hallazgos y conclusiones desprendidos de la valoración general de la cual se disponga, no obstante, se pueden postular algunas líneas directrices para los profesionales que se están enfrentando al joven "problemático".
1. Mayor comprensión de esta crisis del desarrollo: Ocurre que los adolescentes cambian en actitudes y en rasgos psicológicos (por cierto, para algunos son chocantes), y generalmente los padres no cambian, sino que se empeñan en continuar con actitudes protectoras, represivas iguales a las que vienen adoptando frente a la niñez; por tanto hay que insistir en que los adultos deben adoptar una nueva visión del individuo, pues ahora este, temeroso, se está desligando de las ataduras maternales con luchas interiores y rebeliones que lo hacen vacilar, y de aquí que la tarea del adulto es comprender a este nuevo individuo, guiarlo y prestarle ayuda.
2. Acogimiento cordial a las solicitudes del joven. Mejor comunicación: Ahora la función del adulto no es la de dar órdenes o la de suministrar consejos o martillar constantemente sobre el mismo tema; ahora tiene que darse cuenta que hasta los consejos fastidian al joven porque este los interpreta como evidencia de poca confianza en él; por lo tanto, los padres procederán a comunicarse de una manera distinta, sabiendo escuchar sus pareceres, sus "quejas", sus juicios, sus expresiones tajantes, agresivas, acogiendo con entusiasmo todos los motivos de conversación, por más que a veces, parezcan tontos o chocantes, preguntando sobre las cuestiones que a diario le puedan interesar (un examen escolar, una tarea entregada, una fiesta próxima o pasada, una competencia deportiva, etc.), animando siempre a que tenga opiniones propias y a que tome decisiones y asuma responsabilidades.
3. Acercamiento y compañía adecuada: Frente a las posiciones y reacciones propias de los adolescentes, es habitual que los adultos los sientan poco gratos y chocantes y entonces comienzan a apartarse del joven, cuando lo indicado es precisamente que los mayores se acerquen y se compenetren más con las recientes inquietudes y con las nuevas formas reactivas del sujeto; el conflicto de éste es percibir potencia para independizarse pero al mismo tiempo sentir la necesidad de una persona con experiencia en quien confiar y recibir apoyo firme y decidido. De aquí la importancia de que los padres o los adultos cercanos se acerquen y le hagan compañía al joven, pero de igual a igual, de camarada que comparte situaciones y sentimientos.
Tenemos la experiencia de que es un buen recurso que se introduzca en la conversación de los adultos con el adolescente la expresión siguiente: "Cómo tú ahora eres un hombre... etc." o "una mujer ... etc.", "y estas completamente desarrollado en razonamiento y responsabilidad. .. etc.". Si los padres le tratan siempre de dar importancia al joven confuso e inseguro pero que ahora es adulto con mayor juicio, etc. lograrán mayores éxitos hacia los cambios positivos de conducta
4. Liberalidad para actividades. Hay que insistir entre aquellos padres o representantes que atentan contra los impulsos naturales de la independencia juvenil, y en este caso, sobre lo útil que resulta aflojar "los frenos". Hay que convencer a estos padres a que traten de disminuir la represión y estimulen las actividades extrahogareñas, ya deportivas, sociales, culturales, etc. Siempre se puede hacer una supervisión indirecta "negociando" las salidas a cambio de una mayor responsabilidad y.franqueza. Cuando "salen", tener la confianza de conocer donde y con quien están y qué están haciendo.
5. Cambio de actitudes frente al foco principal del problema: Bastará que los adultos cambien de actitudes respecto al "problema" para que también los jóvenes cambien y traten de adaptarse mejor. Hay que explicar a los adultos el porqué de las nuevas formas de tratamiento y en qué consisten las inadecuadas formas de conducirse de acuerdo a cada caso. Actividades extraescolares como el deporte, la gimnasia, el "kung-fu", el "karate", las aficiones, etc. son magníficos canales de escape para las tensiones internas del joven y coadyuvantes en el reforzamiento de la confianza en si mismo.
6. Propiciar la transferencia a los padres: cuando los jóvenes comienzan a rechazar a sus padres o a sus educadores, es porque aquellos han perdido en parte el amor y la admiracón que esas figuras paternas despiertan y en cambio, otros adolescentes o adultos extraños han sabido atraerlos por medio de la comprensión y la confiabilidad; entonces es el momento en que los padres deben iniciar la serie de apropiadas actitudes ya dichas, a fin de recobrar esa fracción de amor desvanecida, pero no del todo extinguida en el ánimo profundo del adolescente.
BIBLIOGRAFIA
American Psychiatric Association. Position statement on adolescente psychiatry. Am J Psychiatrics 1967. 123: 1031.
Balser H H. Psicoterapia del adolescent. Editorial Paidos. Buenos Aires. 1960.
Chapman A H. Management of emocional problems of children and adolescent. J B Lippincott Co. Philadelphia 1979.
Daniel W A. The adolescent patient. The C. V. Mosby Co. Saint Louis. 1976.
Gallagher J R y Harris H I. Problemas emocionales de los adolescentes. Editorial Paidos. Buenos Aires 1978.
Gesell A y cols. El Adolescente. Editorial Paidos. Buenos Aires 1968.
Joffe A y cols. Asesoramiento de salud para adolescentes. Pediatrics. 1988; 82:481.
Staton T F. Dynamics of adolescent adjustment. The MacMillán Co. New York 1980.